Es verdad, la amé con sincera locura, sólo un demente como el que le está hablando tendría el valor de decirle con extraño júbilo que se alegra de ser un error, el único que fue capaz de amarla, de verla como realmente es.
Es extraño que un psicópata como su servidor haya tenido la osadía de dibujar una sonrisa en su hermoso rostro y aún así continuar siendo el acreedor de cada uno de sus suspiros y sus más fervientes pensamientos.
En la calma de mi raciocinio siguen surgiendo intervalos de extrema cordura, todo esto por una simple razón, el recuerdo de su mirar, aunque si bien sus ojos fueron la causa de mis desvelos y mis deseos, no puedo negar que la vida le haya otorgado la caja de pandora a una mujer cuya cordura está tan alejada como el sol de la luna y ésta se haya materializado en una esmeralda, que se ha dividido en cada uno de sus inefables ojos.
Si la vida fue capaz de confiar en usted, ¿por qué entonces no sería capaz yo de confiar en el brillo de sus ojos?
El control que usted ejerce sobre mí es absoluto, pese a que todos mis intentos han sido fallidos no me queda otra opción que la sublevación y confesarle que aún la sigo amando, no obstante, su amor todavía lacera mis recuerdos.
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