Ya hace varios soles atrás todavía se encontraba vagando en medio de turbios parajes y ahora tropieza con que su mente es capaz de percibir una vez más la realidad.
Podría luchar contra lo que fuera pero existía algo agobiante en su raciocinio: la muerte.
Un destino con el que no estaba familiarizado, porque en un abrir y cerrar de ojos su vida podría desvanecer sin que él se diese cuenta. Pero dejó a un lado ese temeroso presagio, percatándose de que existía un ente más poderoso que el tiempo: los Libros. ¿Cómo algo tan insignificante podría destrozar y manejar a su antojo el tiempo-espacio? ¿Cómo un escrito con miles y miles de previsiones, podrían cautivarlo, y más aún, trasladarlo a una dimensión donde no existía rastro alguno de un despiadado existir?
Podría ser el verdugo de su propia historia o simplemente una nube, sin preocupaciones, escudriñando un mundo más que frívolo, sin embargo, al cabo de pocos segundos concluyó que a pesar de todo, no podía luchar contra esas tres grandes fieras, que a su lado, no era más que un ser diminuto; algo insignificante. Así que decidió de momento dejarlas a un lado mientras encontraba su propia grandeza en las páginas que sostenía en la manos.
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