jueves, 1 de mayo de 2014

Epístola del pasado

Entre las rosas doy fe que el mundo avanza mientra yo retrocedo, el péndulo del tiempo no ejerce control alguno sobre mí, entre tanto, allá afuera en la realidad la vida se marchita.

La tierra que alguna vez pisé, ya no es la misma, el viento que acarició mi piel ha muerto y con él, mi existir. La pena y  el sufrimiento que padecí ya no poseen validez sólo son recuerdos vacíos de un mísero existir; frívolas memorias alzan vuelo frente a mí en la lobreguez de mi alma, entretanto, la noche caen y las tinieblas se apoderan de la cúpula del cielo.

Ya hace mucho tiempo atrás caminé en medio de la oscuridad, como camino ahora, aunque hogaño, soy sólo un recuerdo; camino en manos del pasado evocando errores de antaño, inculpando a un yo del pasado cuyo único error fue el creer en la salvación.

Mi estadía en este inhóspito lugar es imprecisa, los pasos que di anteriormente ahora son irreconocibles, ya no hay vuelta atrás, la vida terminó para mí ya hace mucho tiempo y el único que puede aseverar mi existencia, morirá conmigo.

El péndulo ha callado y el tiempo ha dejado de latir, finalmente y sin resistencia alguna sucumbo ante él.    




Un endeble ápice de libertad

La vida descansa en un constante amanecer, aún así, se es necesario no olvidar que se camina en medio de la penumbra. Si muriese hoy o muriese mañana, nada cambiaría, llorarían el primer día para que luego mi reminiscencia fuese evocada sólo en días de soledad. El vacío que dejaré pronto será reemplazado puesto que los seres humanos somos así; fuimos, somos y seremos reemplazables.

Sólo se es libre al momento de morir; cada lagrima que se esfuma en el piso será un clamado enfurecido de libertad, aunque en realidad no exista un concepto de libertad puesto que siempre se estará atado a una elección, aún siendo libres estamos superpuestos a elegir, así que cuando se nos es dada la oportunidad olvidamos, abandonamos personas, objetos, lugares; para así relegar un sufrimiento más y acercarnos un poco a aquella libertad tan añorada. Así mismo como olvidamos contemplamos lo incontemplable, reemplazamos lo irreemplazable para de esa manera pasar por alto sucesos de un pasado irreconocible.

Así pues si esta "soñada libertad" se pudiese obtener, es decir si se tuviese la oportunidad de alcanzar tan añorado logro teniendo en cuenta que para ello se tendría que fracturar y quebrantar la fe de alguien más con cada paso que se de; ¿serían entonces capaces de detenerme?